Con menos de 24 horas de diferencia,
el mundo ha visto dos espectáculos que se nos hace nunca se esperaba que sucedieran.
Por un lado se celebra un intangible, como es el supuesto triunfo de alguien que ni siquiera a empezado a jugar todavía.
Por otro lado, se venden entradas para el entierro de una persona que por famosa que fuera de seguro no querría presenciar ese acto en su propio sepelio.
Vamos por partes.
El jugador Cristiano Ronaldo, es presentado a los aficionados de Madrid, en un escenario colmado por 80.000 aficionados que sólo van a ver a la persona ponerse la camiseta de su nuevo equipo y dar una serie de vueltas para que sea visto y fotografiado con su nueva camiseta.
Ni siquiera corrió con el balón y mucho menos hizo un tiro al arco.
Sólo pagaron para verlo y gritar para esperar que vengan los goles cuando arranque la competencia.
Pagaría usted por esto?
Por lo menos yo ni por televisión lo ví.
Ojalá no se quede en presentaciones y justifique la plata que se invirtió en él, aunque estamos seguros que ya y sin jugar, se ha comenzado a recuperar la inversión.
Al otro lado del mundo y más cercano a nosotros, se paga no para ver a un vivo, sino para asistir al entierro de un cantante.
Michael Jackson, quién desde antes era ya un ícono de la música, falleció por estos días y el mundo a pagado por asistir a su sepelio.
Que me acuerde, es primera vez que se cobran entradas y se revenden boletas, para asistir a un sepelio.
Todos cantaron y hablaron. Sus amigos más cercanos lo recordaron y los aficionados en la tribuna
cómo en partido de fútbol, coreaban sus canciones y celebraban la tarde.
Coincidencia que la vida y la muerte se reunieran en un mismo escenario y que se moviera el torniquete casi que en la misma forma para los dos eventos.
Qué veremos más adelante?
No nos extrañe que cualquier día nos enteremos de la venta de boletas para asistir al parto de alguna celebridad.